viernes, 29 de enero de 2010

Un día vivido a través del deporte y las ganas de disfrutar de la naturaleza.

8:00 AM del 13 de Enero de 2010, Morfeo me abandona. Emerjo de la carpa prestada por mis amigos del Camping A.P.A.2 en Las Rabonas, Guille y Jeni.
Un día diáfano y el característico aire puro de la región de traslasierra, Pcia de Córdoba me dan la bienvenida.

8:30 AM desayuno un capuchino con masitas “Frutigran” y otras muy ricas, caseras y energéticas con semillas varias y miel.

9:30 AM ya con los “cortos” puestos comienzo con el ritual de los preparativos antes de emprender mi día de “exploración deportiva”.
Protector solar factor 20 en todo el cuerpo, mini mochila con 2 botellas de Gatorade, antiparras, mini toalla, celular, Victorinox, cinturón con 3 mini caramañolas, 3 barritas de cereales y un mix súper energético compuesto por frutas secas, pasas de uva, damascos secos, semillas de girasol, nueces, castañas, almendras y maníes.

10:00 AM zapatillas en mano cruzo el río Los Sauces a pie con el agua por debajo de mis rodillas, que a pocos metros del lugar desemboca y conforma con sus aguas el embalse del Dique La Viña de nada más y nada menos que 1050 has de espejo de agua.

Con el imponente cordón serrano con las cumbres más altas de Córdoba a mis espaldas y ya calzado, emprendo con un trote ágil mi recorrido bordeando las márgenes del embalse.
A escasos 10 minutos debo desacelerar la marcha porque el terreno cambia abruptamente. Infinidad de piedras van minando el trayecto y el verde de la hierba que aflora por la gran bajante del embalse se va transformando en terreno pedregoso y las pendientes se hacen más pronunciadas.
El avance junto a la margen del embalse se me hace imposible porque la costa se transforma en grandes bloques de piedra granítica que debo sortear escalando para poder avanzar. Una rama de un espesor y largo ideal se transforma en mi bastón de apoyo cuando en el terreno predominan las piedras de reducido tamaño pero sueltas y por ende resbaladizas. Alterno obligadamente a partir de aquí el trote con el trekking.
El sol aprieta cada vez más pero la satisfacción también va en aumento. Me quedo unos instantes mirando un ramillete de flores de un amarillo intenso que emerge de una grieta entre dos grandes piedras. A los pocos metros un arbusto con unos pequeños frutos color rojo bermellón llaman mi atención y aunque predominan los espinillos que fueron dejando sus huellas en mis piernas a lo largo del recorrido, cada tanto la naturaleza me va regalando esos llamativos presentes.
Entre las hierbas aromáticas, el poleo y la peperina, están siempre presente aromatizando mi transitar. Seguramente la variedad era mucho mayor pero mi falta de conocimiento en el tema no me las permitía individualizar.
A medida que avanzo, los pequeños pejerreyes saltan fueran del agua dejando anillos concéntricos en las tranquilas aguas del embalse. Cuando el movimiento del agua es mayor, una trucha o una carpa se escabullen de mi vista.
No estoy solo en mi recorrido, tordos, jilgueros, teros, cardenales, tijeretas, zorzales, benteveos, loros y picaflores me acompañan a distancia prudencial. Y ni que hablar de los jotes –una variedad de buitre- que me sobre vuelan durante gran parte del recorrido, hasta que por fin se dan cuenta que no pienso convertirme en carroña y poco a poco me abandonan para buscar otro banquete para su almuerzo.

12:00 AM A lo lejos veo el Dique la Viña, cuyo murallón de 104 mts de alto por 317 mts de ancho lo convierte en el más alto de Sudamérica. Luego de 2 hs de trote y trekking abandono la idea de pegar la vuelta y decido llegar al dique desconociendo la distancia que restaba por recorrer, ya que desde mi ubicación me era imposible debido a que la costa me iba sorprendiendo continuamente con nuevas bahías y otras tantas penínsulas que alargaban casi indefinidamente el recorrido.

Mis amigos del camping habían ido a pescar al embalse, por lo que me jugué todas las cartas a encontrarlos y volver con ellos en su camioneta. A partir de este punto dosifiqué más aun el consumo de agua que paso a paso se iba agotando y por ende valoraba cada vez más a pesar de que su temperatura seguía en ascenso.
Las 3 barritas de cereal ya eran historia junto con la mitad del mix energético cuando a lo lejos vi un bote de pescadores que resultaron ser mis amigos. Después de varios gritos y señas y su sorpresa al verme por esos lares, les pude avisar que me volvería con ellos cuando su jornada de pesca finalizara.

1:00 PM 3 o 4 km de costa plana con abundante pasto me permite trotar nuevamente. Esta vez, mis compañeros de travesía eran vacas, toros, caballos, cabras y ovejas que pastaban despreocupadamente hasta mi molesta llegada.

Por esta zona un nuevo regalo de la naturaleza: una simpática liebre saltó a poquitos metros mío y comenzó a zigzaguear mientras corría en dirección opuesta a mi recorrido hasta que se alejó lo suficiente como para quedar observando que actitud pensaba yo tomar. Instantáneamente me acordé de mi gatita Cira, la extrañé de golpe y me prometí jamás comer tan simpática criatura mientras se me mezclaba una lágrima de alegría y plenitud con gotas de sudor.

1:30 PM el punto alcanzado me permitía ver lo que me restaba recorrer. Ya más aliviado, me quedé con el slip de natación y antiparras mediante me tiré a nadar unos minutos con el objetivo principal de refrescarme. Una vez vestido y calzado retomé la marcha rumbo al murallón. La costa comenzó a empinarse nuevamente y tuve que aminorar el paso a fin de priorizar la seguridad.
Lo único desagradable en todo el recorrido fue la gran cantidad de botellas plásticas y tapitas de gaseosas que se podían ver a lo largo del trayecto, fruto de la ignorancia y la estupidez humana sin límites.

1:50 PM luego de la última escalada, arribé a la parte superior del murallón del dique. Unos minutos de trote me alcanzaron para encontrarme nuevamente con la civilización y en un restaurant pude reabastecerme nuevamente de agua que a esa altura no me quedaba ni una gota ante la mirada hostil de un mozo.

2:10 PM luego de 4 horitas 10 minutos y un recorrido estimado de al menos 25 km arribé al club de pesca A.P.A 1, donde mis amigos habían dejado estacionada su camioneta. Si no los hubiera encontrado me esperaban 16 km por la ruta hasta llegar al punto de partida, por lo que ver la camioneta fue una verdadera alegría...
Me acerqué a la costa y me quedé observando el largo trayecto recorrido, ya que en ese momento estaba situado en la margen contraria a la que había recorrido. Después de unos minutos me zambullí nuevamente al agua, pero esta vez apunté a una isla de piedra situada a unos 750 mts. 18 minutos más tarde ya había hecho el trayecto ida y vuelta. Me cambié nuevamente, fui al bar a pedir "fiado" hasta que lleguen mis amigos porque yo no tenía un peso encima y me tomé un agua saborizada de 1 litro y medio.

Ya a la sombra, nuevamente hidratado, mientras esperaba que arriben mis amigos de su jornada de pesca y dormitando con una sonrisa entre los labios agradecí a Dios, al universo o a quien corresponda, el estar lo suficientemente entrenado como para haber vivido esto que les he contado.
marce.

PD: Gracias Moni por tu apoyo y haber sido el nexo para conocer tan hermoso lugar.


Año nuevo, blog nuevo...

Aprovechando el inicio del nuevo año, voy a darle al blog una vuelta de tuerca para tornarlo aún más personal. A las entradas habituales que son fruto de bucear por la red o publicar aquellos PPS que recibo por mail y considero de interes, le voy a sumar entradas absolutamente personales que reflejen vivencias o pensamientos propios.
He comprobado que narrar buenos momentos vividos me permite de alguna manera, vivirlos nuevamente, por lo que con ese objetivo comenzaré hoy mismo...